sábado, 26 de marzo de 2011

¿Qué queréis que os diga?

Me horrorizáis, me tenéis todos muerta del asco.
Veréis, no conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo. ¡Y YO, ESTOY HARTA DE FRACASAR!
Vosotros queréis follar y beber, hacerles la guerra a vuestros pardres y profesores, y ser los más machos de macholandia querida. Yo quiero ver a papá, que me quiera mamá, aprobar, dormir, madrugar, adelgazar, dormir, madrugar, ir a ver amanecer, ver anochecer, que me quieras, etc, etc, etc...
Ya no hablo de mis sentimientos, ya ni siento, ya ni hablo, solo rio y finjo que me divierten vuestras inmaduras bromas al son del masticar de unos nachos, o, en su defecto, gominolas de esas que no me habéis ofrecido.
Dejaos de sandeces... las cosas se dicen, sé que te enteraste lo retiraste cambiaste de opinión y me viniste con el cuento, así, sin más, sin comas ni nada. El donde te quepa te lo voy a meter a tí por donde las mentiras, ¿eso lo entiendes? Dejemos las diferencias aparte...
Yo estoy harta de vosotras, de perderme los vídeos de Duke Ellington, de no verte pasar, de que se te caiga el gorro, y de la cara de superioridad esa que me pone los pelos de punta. De no llegar a tiempo para ver HIMYM, de que Two and a half men repita siempre los mejores capítulos, de que llegues cuando empieza American dad, de que neox dijese que tendría los nuevos capítulos de Skins en enero, y de que Californication tampoco esté traducida. Odio escuchar esa canción, ver esa película, y oler ese perfume, si, esas cosas que tanto me gustan. ¿Acaso es raro que haya empezado a aborrecerlas casi tanto como cuanto quiero no querer dejar de quererte? Da igual lo que  yo quiera, (no) sabes que mis neuronas bailan por si solas.
¿Quieres perder el sentido? Bebe. ¡No, mejor! siéntate, ponte a escribir aquí conmigo. ¡PERDAMOS LA CABEZA! Ya de perderla, yo quiero que sea contigo. ¿Con quien si no? Perderme en ese océano en el que no se encuentra el mismo reflejo de la luz, ese en el que lees infinitas partituras que jamás te oiré interpretar, o en esas dos a la vez boquillas que altoparlantes que resaltan sobremanera con esa sudadera, si, esa que tanto odio. Que tanto odio que me encante.
- ¿Te das cuenta?
- ¿De que?
- Empezaste con rabia, hablando de cualquier chorrada, de tus cosas y acabaste hablando de ese aspirante a bohemio que junto con coño tetas pito huevos te trae bebiendo los vientos.

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