lunes, 20 de agosto de 2012

1970


Esto no puede seguir así. No te verso estas críticas en tono de reproche, sino con una consternación que roza los límites de la depresión.
No sé hasta qué punto eres consciente de las cosas, y es complicado asumir que yo he de tomar el papel de madre, las riendas de la casa, y las putas riendas de nuestras putas vidas. De los cuatro.
Nunca hemos hablado de esto porque nunca hemos hablado de nada. De nada. No es que no lo haya intentado, el problema reside en que tu concepto de conversación tira más hacia el monólogo.
Tampoco hemos hablado nunca de papá. Coño, cuando pienso en mi padre me viene a la cabeza la frase "mi padre es un señor de cuarenta y cinco años que vive con su madre", y así será siempre. Un niño.
Siempre lo tuviste todo, mamá. Tenías una buena casa, comida en el plato, una madre que te quería y te daba cariño, y un padre que te suponía problemas que comprender y a los que enfrentarte, un obstáculo gracias al cual madurar y crecer como persona. Tuviste regalos, fiestas, hermanos, tuviste siempre dinero, nunca te faltó de nada, estudiaste fuera... y todo sin tener que madurar siquiera. Sin madrugones. Sin lucha.
Necesito que comprendas el daño que haces. Necesito que veas que si me encierro en la cocina a limpiar y te digo que no como porque he desayunado mucho y muy tarde, lo único que busco es salir de ahí. Perderte de vista. Dejar de oír tus gritos subiendo al máximo el volumen de la radio. Y no sabes lo que duele que vengas a cantar conmigo las canciones, que digas "esto lo cantaba yo en tu época", e imaginaros a papá y a ti todos puestos, tirados en cualquier acera, indefensos y estúpidos.
El sejour que pasamos con papá fué lo peor. Pensamos que lo sabrías cuando hablábamos contigo, cuando llorábamos porque te echábamos de menos. Eso fue lo que más me hizo dudar de tu concepción de la realidad. Porque, si fueras mínimamente consciente del irreparable mal que nos estás causando, mamá, no concebirías como rutinario el hecho de que te echáramos de menos. Deberías haberte dado cuenta de que algo iba mal, de que aquello era un infierno, y de que a vosotros no tenemos por qué educaros nosotros. No tenemos por qué educaros.
ASÍ QUE DEJA DE LLORAR, DE HACER LA BURLA, DE PONER MUECAS Y ENFADARTE PORQUE NO ECHAN EN LA TELE LO QUE QUIERES VER, O SIMPLEMENTE PORQUE SE TE HA QUEDADO SIN GAS EL PUTO MECHERO.
Madurad.

viernes, 10 de junio de 2011

1995

Te lo explicaré escrito, pues, en vista de que no sabes escuchar.
Él tenía un pasado triste, lúgubre, que ni una película sobre un holocausto de ardillas, que le había dejado secuelas que perduran hasta hoy, ya que nunca, nadie, jamás, ha hecho nada por remediarlo o poner fin a su sufrimiento, ya que "de eso hace ya demasiado", "las cosas se las lleva el viento", "el tiempo todo lo cura"... y demás pamplinas, y ella era una "mártir incomprendida" que había mandado a la mierda 25 años de su vida. Y los que le quedaban. Había hecho una carrera entera, con una nota... pasable, y en lugar de opositar para labrarse un futuro, partió a vivir la vida loca al extranjero porque, ¡dios nos guarde!, no estaba de acuerdo con su papuchi ni sus maneras de pensar, y menos con la educación que el intentó (sin ningún resultado, es lo que pasa con las cabezas huecas no pensantes revolucionarias de hace cuarenta años) impartirle. Cabe recordar que hoy en día, el "monstruo" de su padre y ella se "llevan". Lo que él no sabe es que su hijita, tanto a él como a todas las personas y no personas de este mundo, le pone verde por las espaldas, a cada cosa que el haga/diga/piense.
Se conocieron en una fiesta, por tópico que sea, y (ni sé como, ni por que, ni pienso pararme a investigarlo) a los pocos meses (entre tres y cinco) se encontraron viviendo juntos con un beibisito en camino. Algunos dirán que fueron "locuras de amor", "locuras de juventud", "amor a primera vista", y etc. Bien, ellos pueden decir lo que quieran. Yo no lo recuerdo, pero en mi mente cabe como definición (en mayúsculas) de ERROR. Pasó el tiempo, y un feo y gordo (podría decir "regordete", pero vomito sobre los eufemismos, así que no lo diré) retoño salió del coño de la mamá. Asco daba. Y, aún encima, era niña. Estaban a principios de octubre, y, al salir, intubaron por todos lados a la mocosa, ya que se ve que no quería salir. Era sólo el principio de décadas de vagueza. Eran las tres de la mañana, y todo se volvía negro.
Fueron superfelices, tenían una casa, con su jardín, su chimenea, su planta alta y baja, en un pueblo superfeliz (no recuerdo si era Oucques o Felizlandia)
La vida seguía 

miércoles, 6 de abril de 2011

Self-destruct

¿Para qué seguir engañándome? Las respuestas a mis preguntas no están en el fondo de un vaso, ...
 - Ah, ¿no?
 - No. ¡Y cállate, intento pensar!
...ni en la tinta de mi boli. He de enfrentarme a ellos como tantas veces me he propuesto (sin conseguir nada, claro).
Ya recuerdo como funcionas: hay que darydarydar para que luego las cosas se te suban a la cabeza y no recibir nada a cambio. No te confundas; los ángeles no caen del cielo, y por mucho que se te suba a la cabeza... el mundo sigue siendo el mismo.
Tengo como la impresión de que huyes de los problemas. Si, ¿y que?
Era temprano, acababa de llegar de clase y las cosas intentaban volver a ponerse igual de al revés que siempre. Pero no lo estaban. Es más; prácticamente podías saltar de charco en charco, había nevado por la mañana y llovido ácido a las doce. ¿O no? Demasiado estudiar, buscarte, encontrarte, soñar, e intentar NO volver a poner los pies en la tierra como para mirar por la ventana.
Me tiré en la hierba y cubrí mi enorme barriga como pude. Casi no había hierba, los ojos me colgaban y me arrastraban por el suelo, hacía demasiado calor sin hacer sol ni viento (menuda mierda de día), pero yo estaba bien. No tenía música, ni estaba bien, y el peso de mi cuerpo añadido a la fuerza de la gravedad hacía que me escurriese, dejando un difícilmente lavable rastro de tierra y algún hierbajo en el culo de ese pantalón que  no aguanta ya más de dos lavados (vamos, que tengo para año y algo de juerga).
No se estaba mal: se estaba estupendamente fatal. Pero cualquier previsión era mejor que la de volver a casa...
 - Bochorno en Mayo... ¿a dónde vamos a ir a parar?
 - No sé, puede que ahora le dé por aparecer después de tres horas de tenerme aquí tirada pensando que la vida es menos mejor cuando te comes tanto la cabeza que no tienes hambre ni de té.
 - No exageres. El no es toda tu vida. Parte importante, eso si, pero yo creo que puedes vivir sin el. ¡Aunque sean tres horas!
 - Ya van más de tres, y; no, no creo que pueda. Ayer, cuando le ví subir corriendo, cuando le vi escapar de algo (¿el qué?, no sé), cuando le vi para dejar de verle a los nada minutos...
 - Antes, cuando no le conocías, cuando no sabías nada, ABSOLUTAMENTE, antes de que se me ocurriera volverme (pillándote por banda e incluyéndote en los malvados planes que le seguían) loca, y más gilipollas todavía... ¡tu vida era mucho mejor!
 - ¿Pero que dices? Prefiero estar así por el que no estarlo y comerme la cabeza con otras cosas.

sábado, 26 de marzo de 2011

¿Qué queréis que os diga?

Me horrorizáis, me tenéis todos muerta del asco.
Veréis, no conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo. ¡Y YO, ESTOY HARTA DE FRACASAR!
Vosotros queréis follar y beber, hacerles la guerra a vuestros pardres y profesores, y ser los más machos de macholandia querida. Yo quiero ver a papá, que me quiera mamá, aprobar, dormir, madrugar, adelgazar, dormir, madrugar, ir a ver amanecer, ver anochecer, que me quieras, etc, etc, etc...
Ya no hablo de mis sentimientos, ya ni siento, ya ni hablo, solo rio y finjo que me divierten vuestras inmaduras bromas al son del masticar de unos nachos, o, en su defecto, gominolas de esas que no me habéis ofrecido.
Dejaos de sandeces... las cosas se dicen, sé que te enteraste lo retiraste cambiaste de opinión y me viniste con el cuento, así, sin más, sin comas ni nada. El donde te quepa te lo voy a meter a tí por donde las mentiras, ¿eso lo entiendes? Dejemos las diferencias aparte...
Yo estoy harta de vosotras, de perderme los vídeos de Duke Ellington, de no verte pasar, de que se te caiga el gorro, y de la cara de superioridad esa que me pone los pelos de punta. De no llegar a tiempo para ver HIMYM, de que Two and a half men repita siempre los mejores capítulos, de que llegues cuando empieza American dad, de que neox dijese que tendría los nuevos capítulos de Skins en enero, y de que Californication tampoco esté traducida. Odio escuchar esa canción, ver esa película, y oler ese perfume, si, esas cosas que tanto me gustan. ¿Acaso es raro que haya empezado a aborrecerlas casi tanto como cuanto quiero no querer dejar de quererte? Da igual lo que  yo quiera, (no) sabes que mis neuronas bailan por si solas.
¿Quieres perder el sentido? Bebe. ¡No, mejor! siéntate, ponte a escribir aquí conmigo. ¡PERDAMOS LA CABEZA! Ya de perderla, yo quiero que sea contigo. ¿Con quien si no? Perderme en ese océano en el que no se encuentra el mismo reflejo de la luz, ese en el que lees infinitas partituras que jamás te oiré interpretar, o en esas dos a la vez boquillas que altoparlantes que resaltan sobremanera con esa sudadera, si, esa que tanto odio. Que tanto odio que me encante.
- ¿Te das cuenta?
- ¿De que?
- Empezaste con rabia, hablando de cualquier chorrada, de tus cosas y acabaste hablando de ese aspirante a bohemio que junto con coño tetas pito huevos te trae bebiendo los vientos.

sábado, 19 de marzo de 2011

Nada dorado puede permanecer.

Supongo que lo que pasa es que aquí no intento impresionar a nadie. Y creo que es la mejor manera de hacerlo, debería ser la única.
No sé por que sigo pensando que algo sería posible, no sé, son sueños de niña pequeña, supongo.
Porque, así es como me ves tu, ¿no? Desde allá arriba, con esa sombra bajo el gorro.
Quizás tu perfección me ha cegado, y espero que así siga siendo por mucho tiempo.
Sigue siendo dorado, Ponyonce, sé dorado.

Rojo es el odio y nutrido.
El amor, pálido y solo.
Cansado de odiar, te amo.
Cansado de amar, te odio.

Bajo el arco de Junio.

Sé que para que termine mi vida faltan no más que escasos meses, que no es medida exacta, al igual que sé que para que empiece oficialmente la otra, he de aguantar aumentando el número de neuronas operativas.
No quier verte, ni quiero que me veas, ni que me vean, ni que nada. No has hecho más de lo que debías, (si, si lo has hecho, y tu y yo lo sabemos), pero, quédate ahí.
Te agradeceré lo que has hecho, (aunque, claro, no todo) casi tanto como te agradezco las cosas buenas que intentas hacer pero que no logras. Nada me fastidia más que ver como lo intentas, a tu manera, una y otra vez, y, créeme... es frustrante.
Por una parte pienso que tu, tu, y nadie más que to te lo habías buscado, pero por otra (menos visceral y mucho más cuerda), sé que no es así.
Las cosas son feas, mamá no tiene dinero y papá es un gran capullo con 6 de 8 hijos.
¿Que importa uno menos?
Lo siento, llevo media vida sintiéndolo por ti y por la mierda de vida que te ha tocado. La vida es tan sumamente hija de puta... pero tu supiste luchar, diste el callo en la real y acabaste como acabaste. Lloré por ti media vida, y lo siento, no poder haber estado ahí, pero no podía. Hay que ser sensatos. Yo, ni había nacido siquiera.
Lo siento, volveré a llorar por ti otra media vida, la que no he podido pasar contigo.
Feliz día del padre, siento no poder darte un enorme abrazo, un enorme beso. Pero, lo siento, lo siento, lo sentiré las veces que pueda. Te quiero, te quiero, te quiero.

A thousand sunsets.

Las cosas como son; si, SI, claro que te quiero. ¡TE QUIERO! ¿Y que? Me la suda lo que digan Trece, catorce o quince más, ¿sabes?
Odio que me mires así, con esa cara, que más que nada dice que intentas adivinar lo que pienso, que crees que me muero por tus besos, que llevo toda la mañana buscándote, ¿y que si es así?
¡Claro que si! ¿Piensas que puedo vivir sin verte aunque solo sea un momento, el reflejo de tus gafas, tu gorro asomando entre miles de crápulas que andan cuales ánimas en pena estando por estar? No, bonito.
Me estresaré si no te veo, y, créeme, son muchas horas. Muchas.
Soy incapaz de no mirarte, por mucho que acabes dándote cuenta, ella se cree especial. Si yo midiera trece centímetros más y dosmilonce quilos menos... también me lo creería.