viernes, 10 de junio de 2011

1995

Te lo explicaré escrito, pues, en vista de que no sabes escuchar.
Él tenía un pasado triste, lúgubre, que ni una película sobre un holocausto de ardillas, que le había dejado secuelas que perduran hasta hoy, ya que nunca, nadie, jamás, ha hecho nada por remediarlo o poner fin a su sufrimiento, ya que "de eso hace ya demasiado", "las cosas se las lleva el viento", "el tiempo todo lo cura"... y demás pamplinas, y ella era una "mártir incomprendida" que había mandado a la mierda 25 años de su vida. Y los que le quedaban. Había hecho una carrera entera, con una nota... pasable, y en lugar de opositar para labrarse un futuro, partió a vivir la vida loca al extranjero porque, ¡dios nos guarde!, no estaba de acuerdo con su papuchi ni sus maneras de pensar, y menos con la educación que el intentó (sin ningún resultado, es lo que pasa con las cabezas huecas no pensantes revolucionarias de hace cuarenta años) impartirle. Cabe recordar que hoy en día, el "monstruo" de su padre y ella se "llevan". Lo que él no sabe es que su hijita, tanto a él como a todas las personas y no personas de este mundo, le pone verde por las espaldas, a cada cosa que el haga/diga/piense.
Se conocieron en una fiesta, por tópico que sea, y (ni sé como, ni por que, ni pienso pararme a investigarlo) a los pocos meses (entre tres y cinco) se encontraron viviendo juntos con un beibisito en camino. Algunos dirán que fueron "locuras de amor", "locuras de juventud", "amor a primera vista", y etc. Bien, ellos pueden decir lo que quieran. Yo no lo recuerdo, pero en mi mente cabe como definición (en mayúsculas) de ERROR. Pasó el tiempo, y un feo y gordo (podría decir "regordete", pero vomito sobre los eufemismos, así que no lo diré) retoño salió del coño de la mamá. Asco daba. Y, aún encima, era niña. Estaban a principios de octubre, y, al salir, intubaron por todos lados a la mocosa, ya que se ve que no quería salir. Era sólo el principio de décadas de vagueza. Eran las tres de la mañana, y todo se volvía negro.
Fueron superfelices, tenían una casa, con su jardín, su chimenea, su planta alta y baja, en un pueblo superfeliz (no recuerdo si era Oucques o Felizlandia)
La vida seguía 

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